Gestión de la comunicación científica. 25 ideas para mejorar tu investigación.

https://doi.org/10.56418/txt.16.2022.005

José Manuel Noguera Vivo
Editorial UOC
Barcelona, 2022. 116 páginas.

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Si buscamos las palabras precisas para presentar el libro Gestión de la comunicación científica. 25 ideas para mejorar tu investigación, podríamos decir que es un libro necesario. Un libro para tener al alcance de la mano y al cual volver más de una vez, independientemente de la etapa de la carrera profesional en la que uno se encuentre. Sin dudas el propósito de José Manuel Noguera Vivo a la hora de plantearse esta obra fue facilitarle el camino a un público muy diverso: este engloba a trabajadores tanto del ámbito académico como de la divulgación, desde investigadores y periodistas juniors que transitan sus primeros pasos por las sendas de la comunicación, a quienes cuentan con extensas trayectorias y se hallan dirigiendo o evaluando otros grupos o proyectos de investigación.

El autor nos invita desde la introducción a reflexionar sobre la importancia de una buena comunicación en todas las áreas: tan importante como la ciencia o los conocimientos per se, es saber comunicarlos. Para desarrollar y practicar esta habilidad, se requiere un trabajo metódico, constante y a consciencia, que es precisamente a lo que apunta este texto. En palabras de Noguera Vivo: "Comunicar la ciencia se ha convertido en un trabajo en sí mismo al que los científicos no terminan de darle toda la importancia que merece" (p12), y ante este hecho, resuelve: "El objetivo de este libro no es que seas un buen investigador (suponemos que ya lo eres), sino que incorpores a tu investigación determinados hábitos, estrategias y actitudes para que la comunicación eficaz de tus investigaciones sea una parte inherente de estas" (p.12). En efecto, brinda 25 consejos que se reparten en cuatro fases diferentes del proceso investigativo, lo que el autor denomina las 4 "P": pensar, planificar, producir y propagar.

En el primer apartado, dedicado al Pensar, sugiere que cada una de nuestras acciones y decisiones persigan un objetivo claro y respondan a una estrategia ideada reflexivamente. Desde la elección de proyectos o temas a los que decidamos dedicarles nuestro tiempo; las metas que nos planteemos; las revistas que elijamos para postular nuestros artículos; si vamos a optar por la cantidad o calidad; si nos identificaremos con las corrientes hegemónicas en nuestras áreas o, al contrario, las contrastaremos con ideas originales y disruptivas; estas y otras cuestiones deben ser producto de un tiempo destinado a analizar costes y beneficios premeditadamente. Pero, sobre todo, debemos entender que, posiblemente, no logremos nuestros fines en el primer intento. Urge derribar la falacia del éxito continuo al que contribuyen numerosos perfiles académicos, normalizar y perder el miedo al mal llamado fracaso, concebir los rechazos como oportunidades de mejora que nos obligan a pensar y repensar nuestro trabajo. Como dice el autor, en este proceso: "…unas veces se gana, y otras se aprende" (p.22).

El capítulo denominado Planificar y Evaluar compila una gran variedad de recomendaciones. Destacamos las que se orientan a liderar y coordinar grupos competentemente, donde se aconseja asignar responsabilidades precisas, combinar la exigencia con empatía, y entender que "eres más líder cuanto más sirves a los demás, no cuanto más ordenas. El coordinador o investigador principal no mueve con la palabra, sino con el ejemplo" (p.40). También se señala la importancia de generar productos durante el proceso de investigación, aunque no se disponga de resultados acabados. Otras propuestas se relacionan con el aprovechamiento óptimo del tiempo, los factores a considerar si nos proponen ser evaluadores, o cómo realizar buenas revisiones, priorizando la ética profesional, las críticas constructivas, y teniendo especial cuidado en juzgar a la obra y nunca al autor. Por último, se destaca la importancia de mantener algún proyecto personal en paralelo al trabajo que despierte placer, motivación, y mantenga viva la pasión por la investigación.

En las páginas destinadas a Producir, el autor nos alienta, primero, a comenzar a escribir, romper el bloqueo que muchas veces nos abruma, y perseguir una escritura atractiva desde el inicio, dando igual atención a la forma que al contenido. Entre otros múltiples consejos, plantea analizar el momento ideal para cada acción, y sacar el máximo provecho de nuestros trabajos, reciclándolos y reutilizándolos. Con esto refiere a adaptarlos a distintos formatos, hacer el traspaso de lo académico a lo divulgativo o la inversa, disponernos a transitar esta vía enriquecedora, en tanto obliga a la relectura, revisión y reescritura. También enfatiza la importancia de titular asertivamente, en palabras de Noguera Vivo, "titular bien no es un arte, es una obligación" (p.73), lo cual se refleja en la propia obra, que hace justicia a esta idea. Recomienda escribir tanto para personas como para máquinas (buscadores) combinando simpleza con creatividad. Además, advierte no descuidar el resumen/abstract que, aunque suele dejarse para el final y no prestarle la debida atención, a menudo se lee como pieza única y reúne más lecturas que la obra en sí; es nuestra carta de presentación con la que convencer al lector de adentrarse en la obra o persuadir al jurado para que nos acepten en un congreso o concedan una beca. Por último, sugiere resaltar nuestros aportes al campo sin rodeos; para lo que es necesario conocer bien los avances de otros estudios y localizar la necesidad concreta que resuelve el nuestro.

El último apartado, sobre Propagar, invita a repensar la difusión de nuestras obras, relevar los falsos conceptos de modestia y entender que la visibilidad no es un añadido sino parte inherente del trabajo, que no debe considerarse finalizado hasta no haberse divulgado. Cada acción nos da la posibilidad de crear y exponer la marca personal que distingue nuestra obra, sea un artículo, un blog, o un podcast. En este sentido, afirma que publicar no es difundir, que la comunicación va más allá de figurar en prestigiosas revistas, necesarias para la promoción académica pero que poca gente lee, y que debemos contemplar una diversidad de canales orientados a públicos diferentes. También propone no esperar a tener una obra acabada para mostrarla y a compartir nuestras versiones preprint; pero, sobre todo, a no guardar silencio durante el proceso de la investigación. Aunque a veces el miedo al robo de la autoría intelectual lleva a investigadores a trabajar ensimismados sobre sí, "paradójicamente, hacerla pública puede ser la mejor forma de protegerla", y la más rica también en cuanto posibilita feedbacks, contactos y redes que la soledad no puede aportar.

En síntesis, este libro ahonda en la importancia de la comunicación científica y constituye una guía maestra, una serie de orientaciones prácticas que resultan de gran utilidad para un plural abanico de destinatarios, sin importar el área de conocimientos o el momento profesional en que cada uno se encuentre. Noguera Vivo refleja, a través de sus consejos, una nutrida trayectoria de experiencias y aprendizajes, al ilustrarlos con ejemplos de colegas o experiencias personales, que dan cuenta de que lo transmitido es fruto de la propia vivencia y de todo un camino transcurrido. La lectura de esta obra, que más que amena resulta atrapante, constituye una oportunidad de aprendizaje, de revisión de las propias prácticas y de concienciación: ¿Qué sentido tiene la producción de saber sin su (eficaz) comunicación?