El proyecto fotográfico: narración visual y reportaje de autor

https://doi.org/10.56418/txt.17.1.2023.5

Manuel Blanco Pérez
Universidad de Sevilla
Sevilla, 2022. 128 páginas.

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El proyecto fotográfico es la última de las publicaciones de la incipiente trayectoria de Manuel Blanco Pérez, doctor en Comunicación y licenciado en Filología Hispánica, que culmina así un proceso que en los últimos tres años le ha visto publicar hasta cuatro monografías. Casualidad o no, desde el pandémico 2020 Manuel Blanco ha experimentado un amplio proceso de creación que, no menos importante, ha sido capaz de cristalizar e inmortalizar. Y, precisamente, de esto último, de inmortalizar, va El proyecto fotográfico.

Son muchas preguntas las que asaltan estos tiempos inciertos, aunque paradójicamente tenemos la mayor certidumbre de que el mundo que se avecina será radicalmente diferente a las referencias que hemos conocido. ¿Qué hay de la fotografía? En la sobrepoblación digital, en el que la fotografía ha pasado de ser un instrumento esencial para contar a ser un mero reposoir, un accesorio de frágil consumo que a veces es captado y nunca más visualizado, la fotografía se enfrenta al reto de ofrecer una distinción frente a la niebla que es la excesiva cantidad.

El libro inicia con un capítulo introductorio en el que su autor deja claro el objetivo: ofrecer un manual a los estudiantes de comunicación (Periodismo y Comunicación Audiovisual) para construir narrativas e historias a través de la fotografía. Volver, de alguna manera, a recuperar su sentido instrumental y final. El segundo capítulo parte de la máxima “no hay praxis sin teoría”, así que se realiza un breve estado del arte para comprender, sobre todo, el recorrido histórico de la fotografía como elemento narrativo. He aquí donde el Dr. Blanco Pérez ya lanza una de las primeras propuestas en su manual: el fotolibro como canal idóneo para el proyecto fotográfico, para ese camino en el que la fotografía cuenta, narra, en un escenario de vértigo y rapidez digital.

El tercero de los capítulos da la que, posiblemente, sea en esencia la principal cualidad y requerimiento del proyecto fotográfico: tiempo. El proyecto fotográfico no se construye en una foto, no se construye en lo puntual, requiere del paso del tiempo, del tránsito de experiencias, de miradas, de maduraciones. El proyecto fotográfico desafía el imperio de la rapidez y la liquidez actual. Sin tiempo, no hay proyecto fotográfico, tan sólo fotografías. ¿Para qué el tiempo? Para dar espacio a la concepción intelectual, con un alto conocimiento del bagaje histórico de la propia fotografía, que eleve el contenido del proyecto. Termina el capítulo con una recolección de los principales temas seleccionados y la manera en las que fueron abordados desde su experiencia docente.

Manuel Blanco llega al cuarto capítulo abrazado al concepto picassiano de creatividad, que tiene mucho más de trabajo, que es mucho más obrero que brujo e intangible. Es este punto en el que la obra llega al culmen y en el que incita, claramente, al lector a iniciar su creación no necesariamente fotográfica, sino cualquier creación artística. Pero no a crear poemas, canciones o fotografías, sino a crear proyectos. Parte su propia experiencia, de lágrimas que nunca emborronarán correos electrónicos en una creación transversal que es algo más que fotografía o poesía (pp. 76-77).

El quinto capítulo analiza la edición del proyecto fotográfico, donde se establece una cantidad mínima (diez fotografías), pero sobre todo, se trazan unas exigentes líneas para seleccionar realmente un proyecto narrativo. Una exigencia inherente pero no al margen de un tiempo, el actual, en el que es más complicado que nunca separar lo bueno de lo malo. El sexto apartado capitular transcurre sobre el código deontológico. Para ello se apoya en los casos de Guillaume Chauvin y Rémi Hubert, así como Jonas Bendiksen, que pusieron frente al espejo a la élite de la fotografía.

Dentro de la apuesta del libro como soporte para el proyecto fotográfico, Manuel Blanco destaca la importancia de que texto y fotografía se complementen, mas no se solapen, en cuyo caso uno de los dos elementos sobra. Asimismo, el autor establece unas primeras bases a tener en cuenta: desde el título del libro hasta el propio proceso de elaboración. Frente al síndrome de Diógenes digital, las mayores facilidades económicas de imprimir hoy convierten al libro en una opción difícilmente mejorable para exponer el proyecto fotográfico. Acaba la obra con un último capítulo donde se describen las seis normas básicas con la que construir dicho proyecto: desde la elección del tema a la deuda con los fotografiados.

A riesgo de equivocarme, El proyecto fotográfico es la publicación académica más personal de Manuel Blanco Pérez, donde expone incluso sus propias fotografías. Aunque parezca contradictorio, quizás ése sea hasta el mayor valor de la obra y el punto de máxima congratulación: poder leer a través del bagaje profesional del autor. No es que los sellos en el pasaporte sirvan para acreditarse en la ANECA, pero llegados a este punto, quizás eso sea lo de menos.